Características Montevertine
De cómo un magnate de la siderurgia lo deja todo para dedicarse exclusivamente a la elaboración del vino tiene un nombre: Montevertine. Lo cierto es que, cuando Sergio Manetti descubrió en 1967 la finca situada en el corazón de las colinas de Chianti, en la ciudad de Radda (Toscana) quedó totalmente prendado y la adquirió para convertirla en su casa de vacaciones. Al restaurarla, aprovechó la ocasión para plantar dos acres de viñedos con el objetivo de producir un vino destinado a amigos y clientes. El primer año de producción, en 1971, aunque discreta fue todo un éxito. Y tal fue el entusiasmo del empresario que después de unos años abandonó su negocio principal para centrarse únicamente al vino y pasar a crear su propio pequeño imperio vitivinícola. Tras su muerte en 2000, la empresa pasó a cargo de su hijo Martino Manetti que, junto al experto enólogo Bruno Bini y el catador Giulio Gambelli, elaboran vinos manteniendo los valores tradicionales que tanto definen a la bodega.
Montevertine se trata del vino homónimo y primogénito de la familia. En sus inicios fue nombrado como Chianti Classico Montevertine pero, al desmarcarse del Consorcio Chianti Classico, pasó a llamarse simplemente Montevertine. Un vino tinto elaborado con las variedades autóctonas sangiovese, canaiolo y colorino que nacen a 425 metros de altura y que, tras ser cuidadosamente seleccionadas, fermentan durante 21 días, envejecen durante 24 meses en fudres de roble de Eslavonia y Allier y finalmente el vino permanece en botella 3 meses antes de salir al mercado.
Tal y como dice el estadounidense Antonio Galloni, prestigioso crítico de vinos, Montevertino se perfila como un vino épico y triunfador. Y es que la vigorosidad, la elegancia y el carácter de este primogénito seduce en la primera copa.





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