San Polo Brunello Di Montalcino 2018

Anualmente, Wine Spectator -la conocida revista enológica- elabora su particular lista con los mejores vinos del año. Y en 1999 Brunello di Montalcino (un tinto típico de la Toscana italiana), estaba entre los 12 imprescindibles que no podían perderse de vista en esos 12 meses.

Al ritmo de un vino por mes, la publicación no hablaba en absoluto de ninguna marca en concreto; pero ya que estamos no es plan de acercarse por primera vez a estos afamados morapios (crème de la crème italiana), con cualquier cosa. Por ello, no hay mejor forma de estrenarse que con San Polo Brunello di Montalcino.

San Polo Brunello di Montalcino pertenece a una familia de vinos muy concretos, únicos en el mundo: los vino de Montalcino. Estos son vinos tintos que se elaboran exclusivamente en la ciudad del mismo nombre en la Toscana (a 40 Km al sur de Siena), exclusivamente con la uva sangiovese (conocida en la zona como  brunello), bajo su propia denominación de origen (DOCG Brunello di Montalcino) y que pueden tener una crianza de hasta 30 años.En general son vinos con una capacidad de guarda muy larga, que mejora notablemente con el paso de los años.

A día de hoy son numerosas las bodegas de la zona que elaboran este vino. En el caso de San Polo Brunello di Montalcino la producción recae exclusivamente en San Polo, la bodega propiedad de Allegrini, una de las familias más importantes en el mundo de los vinos italianos. Esta empresa, todo un referente actual (sobre todo en la elaboración de los amarone), comenzó siendo una pequeña propiedad en Valpolicella (una comarca del noreste de Italia) que despegó en 1983 tras la muerte de Giovanni, el patriarca de la familia. Desde entonces, el negocio recayó en sus tres hijos: Walter (encargado del campo), Marillisa (dedicada al marketing y a la parte comercial) y Franco (al frente de la bodega). Pronto, la prematura muerte de Walter, hizo que la mayor parte del peso recayera en Marilisa y Franco, quien también tomó el timón de la viticultura.

Poco a poco, con el paso del tiempo, el nombre de Allegrini alcanzó lo más alto y, tras dominar con maestría la elaboración del Amarone, decidieron dar un paso más y aventurarse en nuevos territorios. Este afán de superación los llevó hasta Montalcino, donde adquirieron San Polo. Esta propiedad, de 16 hectáreas, se encuentra en las mayores altitudes del pueblo sobre suelos sueltos y pedregosos, con una orientación sud-oeste y a 40 Km del mar. Esta ubicación hace posible la existencia de un microclima aireado y seco, con una gran amplitud térmica entre el día y la noche. En cuanto al cultivo, los trabajos son totalmente manuales y respetuosos con la cepa.

Hasta la bodega tan sólo llegan la selección de las mejores uvas para elaborar San Polo Brunello di Montalcino. Los estándares y normas exigidos por la DOCG Brunello di Montalcino son muy exigentes. Tras la molturación y despalillado, la pasta de vendimia pasa a los depósitos de acero inoxidable donde se llevará a cabo la fermentación. En este proceso, que dura unas semanas, se debe garantizar que las levaduras tengan el oxígeno suficiente para poder trabajar y convertir la glucosa en etanol y CO2. Para ello, se realizarán con frecuencia remontados. Una vez acabado este proceso, llega el momento de la verdad: la crianza, pieza fundamental y parte esencial en estos vinos. Tras el descube y prensado, el vino pasará a las barricas de roble donde pasará dos años y medio (seis meses más que los 24 mínimos exigidos por la DOCG). Por último tras el embotellado -siempre en botellas bordelesas-, San Polo Brunello di Montalcino se terminará de afinar durante 4 meses en botella convirtiéndose en un imprescindible que todos los amantes del vino deben conocer.